6 dic 2012

Rencuentro

Dentro de mis pautas de comportamiento está el obligarme, al empezar un nuevo trabajo, a no ser abandonado en las comidas. Comer sanamente y no embucharla de forma apresurada. También dentro de esas pautas está que esa costumbre no dure más de tres ó cuatro semanas. En el inicio siempre están las buenas intenciones. Era la segunda semana de trabajo y tenía la voluntad de aprovechar en serio la hora que tenía para comer. Me dirigí a la cantina del centro. Allí había una especie de comedor, cuatro mesas con sus respectivas sillas, tratando de darle al centro un aire elegante y cumplir al tiempo algún trámite administrativo de los que siempre tienen alguna tonta norma de obligado cumplimiento. La cantina no había cambiado mucho en todos estos años, sólo un letrero nuevo y la nueva cubertería, que ya iban teniendo también sus años de uso. El menú, igual que el mobiliario, era el mismo. Recordé el sabor de aquella carne con patatas cuando la cocinera dejó caer en el plato el primero de los dos cazos que me echó. Pagué y me senté en la mesa más alejada. No quería tener que mostrarme atento ni educado delante de nadie. No estaba de humor.
Los sucios cristales de la ventana todavía me permitían observar como un par de pajarillos buscaban su comida entre los granos que se habían caído de los sacos de pienso que se acababan de descargar. Digo que observaba pero sólo era mirar pues mis pensamientos volaban por su cuenta, tanto que no sabría decir si podía haber sufrido una ausencia mental de tipo epiléptico o una pequeña apnea somnolienta por el sueño acumulado. Me devolvió a la vida el sentir como una mano se apoyaba en mi hombro sin pedir permiso y el sonido de aquella voz que, pese a los años transcurridos, me resultó tan familiar.

- Marqués. – dijo con aquel tono suave que siempre tuvo su voz

María Martín. No me olvidaría nunca de su voz. Voz con la que me había cantado canciones de amor, voz con la que me había susurrado sentimientos traspasando el decoro de mis oídos, voz que había destrozado mi corazón al decirme adiós.

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